Havana Club ha puesto la tertulieta periodística en formato natural en prime time. Un sofá. Unas copas. Una conversación. Algo así debió de ser lo del Café Gijón en su época más noble.
Ayer Rubén Amón fue el epicentro. Él, en medio de escenario, contando las historias de su libro, como las contaría en casa, con 4 ó 5 amigos, pero con el aforo completo del Teatro Alfil. Raquel Martos le va pautando el recorrido. Por aquí. Por allá. Y al final, sale una conversación variopinta, con formato de monólogo, divertido, interesante. Regado con ron, y con el run run de un imitador de voces oportunas, y una actuación muy fresca del ambientazo que dan a capela los monstruos de Primital Brothers.
Noche de lunes. Termómetros por los cielos. Fresquete. Agradable. A gusto.
Me quedé pensando en Amón y en los tres pies al gato, porque el incienso excesivo ni es verdad-verdad ni sienta bien a los pulmones de la inteligencia.
Le saco tres peros:
a) La pose de políticamente incorrecto a la que el público se entrega tiene sus límites. Por ejemplo: no me parece honesto reírse un poco entre líneas de Pedro J. Ramírez y de su El Mundo, cuando Amón se crío gracias a la confianza del que fuera su director. Roma. París. El grueso de las historias de su libro ha sido posible gracias a que su jefe le puso fácil el pedestal.
b) La ironía de Carlos Alsina es un buen punto medio. Si no, es tan corrosiva y descreída que puede dar la impresión de que en la única persona que confías es en ti mismo.
c) Tanto el título del libro como algunos comentarios pueden herir la sensibilidad de las personas que tienen fe. Se ve que Amón sabe mucho de Roma y lo que Roma representa. Sí, podemos reírnos de todo. Y no, no podemos reírnos de todo. Mi impresión es que en el juego fe privada-fe pública Amón no es limpio. Como si la procesión que fuera o que fue por dentro no sea la misma que se expone por fuera. Como si las risas del público fueran más importantes que la seriedad de la conciencia. Dicho esto, que suena a dogmatismo, reguemos el juicio con Havana para ponerlo en su contexto.
Veredicto: muchísimas gracias, Rubén. Y muchísimas gracias a la tramoya.
Espero que Havana 7 siga dando caña a este género bañado con ron. Imagínense sobre las tablas a Enric González, a David Gustau, a Carlos Alsina, a Ana Pastor, a Juan Ramón Lucas, a Jordi Évole, a Mónica Carrillo, a Victoria Prego, a Paco González, a Pedro J. Ramírez, a Juan Cruz…
Eso, con más wifi, puede ser el cóctel perfecto…