Foto: Álvaro García Fuentes
Patriarca del buen rollo sin trampa ni cartón. Habitual en sus pantallas desde hace casi cuatro décadas. Entre el sofá, la cocina y dos copitas, los sujetos más activos de los titulares se ponen las babuchas en directo. Su casa es de todos, pero especialmente, de su familia. Su ilusión real es que don Juan Carlos de Borbón llame al timbre. Igual le hace una visita a Bruselas a Puigdemont. Ya no tiene interés en que Pablo Iglesias asome por sus cámaras. No cree que Rajoy siga siendo presidente tras el Lluvia de estrellas de su programa. Sí cree que Albert Rivera será el número uno de Moncloa. Julio Iglesias, Felipe González y Paolo Vasile no se animan a entrar en su plató. Otros piden cancha insistentemente. Natural, bonachón, grato. Está muy lejos de sentirse un semidiós en vaqueros, y muy cerca de buena parte de España.
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