El aumento de las cesáreas en la sanidad pública de España y otros países del mundo demuestra que las nuevas promociones de ginecólogos son más proclives a la intervención en el parto natural como respuesta a un clima de miedo ante las recurrentes demandas. Hacen más cesáreas, dicen, por si acaso.
Además, subraya que existen otros factores que no deberían suponer una excusa, y sin embargo están llegando a los quirófanos como argumentos de peso para intervenir en el parto vaginal: la presión social -«cada vez nos encontramos con más mujeres que demandan una cesárea que no es necesaria»- y la presión legal, ya que «cuando hay problemas, enseguida se pregunta si se hubiera evitado con una cesárea».
Cabero ve también «otros condicionantes que parten del propio sector profesional, pues muchos ginecólogos se creen más seguros practicando una cesárea y menos expertos ante un parto vaginal. Algunos consideran que la intervención logra «un alumbramiento más sencillo».
Falta de experiencia
La impresión de Cabero es que esta tendencia se asienta en los servicios de Ginecología, en los que en ocasiones se piensa que «o la mujer pare rápido, o se recurre a la cesárea, cuando hasta entonces la tococirugía había superado las circunstancias adversas». En su opinión, «se está perdiendo experiencia entre los médicos jóvenes», por ejemplo, en los partos podálicos.
Cabero no cree que haya razones políticas ni comerciales detrás de este incremento de las cesáreas, ni siquiera en la sanidad privada, y apuesta, sin embargo, por que la comisión nacional de la especialidad «considere las capacidades de los docentes de los centros para que se cumplan las pautas recomendadas», una cuestión en la que se esfuerzan las administraciones sanitarias con la defensa del parto natural en forma de nuevos protocolos, como la Estrategia para la Atención al Parto Normal elaborada por Sanidad.
El Hospital de Cruces, de Bilbao, es uno de los centros de referencia con menos tasa de cesárea del país. En el punto medio recomendado por la OMS se encuentra otro hospital clave: el Huércal-Overa, de Almería. Su jefe del Servicio de Ginecología, Longinos Aceituno, es partidario de que el especialista sea más conservador. En concreto, su máxima de conducta ante el parto es «ser más expectantes y menos agresivos.
El ginecólogo debe ser lo menos intervencionista posible, ya que las cesáreas aumentan cuando se produce algún tipo de incursión exógena en el proceso, como la inducción de un parto sin motivo.
Aceituno lleva 30 años ayudando a dar a luz y piensa que «los ginecólogos nos estamos acostumbrando a lidiar con un panorama con demandas judiciales casi a diario. Muchas veces el profesional tiene miedo y acaba recurriendo a la cesárea por si acaso».
El problema es que esta tendencia «hará que muchas cosas que hacíamos antes sin intervenir en el parto acaben por perderse y el futuro especialista no tendrá la práctica suficiente para combatir los problemas».
El jefe del Servicio de Obstetricia del hospital almeriense reivindica también el papel de la matrona. Según él, estas profesionales son «las responsables del parto que evoluciona con normalidad. Si hay complicaciones, entonces es cuando debe entrar el ginecólogo». De hecho, cree que el éxito en la materia de este centro andaluz reside en «la cohesión del equipo» que participa en esa espectacular tarea de traer nuevas personas al mundo.
Aceituno considera que la implicación de las administraciones sanitarias puede hacer que las aguas vuelvan a su cauce, pues los protocolos aconsejan «intervenir sólo si hay incidentes».
Riesgos encubiertos
Tanto Cabero como Aceituno coinciden en que quizás se desconocen los riesgos de la cesárea. El presidente de la Comisión de Bioética de la SEGO apunta que «de 4.000 cesáreas de más hay un caso de mortalidad materna». Además, su experiencia le dicta que recurriendo a la vía más agresiva se fomenta la prevalencia, por ejemplo, de las placentas previas. El niño también sufre más problemas respiratorios, señala Cabero, «y aumentan las posibilidades de muerte intrauterina en los que vengan después».
Los dos especialistas ven que después de una cesárea crece el riesgo de nuevas patologías. Aceituno entierra otro mito: después de una cesárea puede haber un parto vaginal. Los postulados contrarios «están muy en entredicho», aunque sean práctica más o menos común en la sanidad española.
El parto y su mitología: ¿Pasarán los ginecólogos-tocólogos de siempre al baúl de los recuerdos?
Artículo publicado el 7 de enero de 2011 en Diario Médico