Foto: Álvaro García Fuentes
Justo antes de Cristo, Cobeaga ya había sido concebido en la mente de Dios como un comediante irresoluto. Al César, lo que es del César. Todos sus caminos llegan a broma, incluso aquel Euskadi de plomo. Con Vaya Semanita y Ocho apellidos vascos construyó un puente levadizo del que hoy viven muchos ciudadanos de a pie. De aquí, de allí. Codirige la última de Movistar: una de romanos muy locos que ayuda a ver la épica de la vida ordinaria relativizando ombligos y neuras entre sandalias y estandartes. Mientras tanto trabaja el suspense con Intríngulis. Su proyecto soñado es llevar a su cine los debates electorales entre González y Aznar, y mejor si es con Antonio de la Torre. Un tipo de barrio. Obrero del vídeo. Rodando con pico y pala. Apóstol de la carcajada como arma contundente y liberadora. Ve a Rivera y a Sánchez como los pagafantas de esta campaña electoral. Y critica la sobreactuación de Casado. Aquello de los actores, la ceja y Zapatero de hace una década le parece “muy marciano”. ¿La receta de su humor? “Humildad y mala baba”. Una vez cada tres meses le dan las gracias por hacer reír. Como sus recurrentes Dani Rovira o Julián López, es uno más en estas calzadas patrias. De hecho, su gata se llama Antonia…
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