Enrique López Lavigne: «La cultura tiene que ser humanista antes que política»

Foto: Patricio Sánchez-Jáuregui

Dicen que tiene el veneno del cine en su piel -y más allá de su piel-, y que está hecho de audacia muy fina. Dicen que tiene un olfato divino, y muchos cineastas se quedan con él. En 1992 ya estaba nadando largos en un deporte olímpico sin Goya: la producción audiovisual independiente. Casi sesenta obras entre filmes y series. Desde Vacas (Julio Medem) hasta La abuela (Paco Plaza), pasando por Un monstruo viene a verme (Juan Antonio Bayona) o Paquita Salas (Los Javis). El alma de Lo imposible sobrevivió al tsunami de la crisis del 2008 y se sacude del infarto post coronavirus con proyectos crepitantes. En agosto rodará su primer musical. Ama el western. Su fe en el cine no es una metáfora: su casa está en riesgo cada vez que se lanza a la piscina. Ha sobrevivido también a trece ministros y ministras del ramo. El sobrevividor de Carabanchel cumple su primer año como académico de los Oscars. Entre la incertidumbre y la excitación en este punto de inflexión del séptimo arte, hoy su hobby principal es estudiar cómo puede el cine sobrevivir al Fortnite sin arruinarse en el intento. Para seguir la llamada. 

Lee la entrevista completa en Confidencial Digital

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