Tomás Piñeiro junto a su padre en la habitación de su ‘viacrucis’ en el complejo hospitalario Ruber de Juan Bravo (Madrid)

Tomás Piñeiro es médico y trabaja en Tenerife. El martes 31 de marzo su padre ingresó por coronavirus en un hospital de Madrid. Ante una muerte anunciada, tomó el avión y se confinó junto a él “para que no falleciera solo”. Una semana encerrados los dos en nueve metros cuadrados de angustia y el alto riesgo de contagio. Contra todo pronóstico, “una mano del cielo, orgullo y felicidad” los dos han salido de esta por la puerta grande con el estímulo del explorador Ernest Shackleton.

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[Reedición para el blog del reportaje publicado el 13 de abril de 2020]

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