Querido Dani:

rovira

Querido Dani:

Enhorabuena por ese Goya cabezón. Quería decirte que ayer me acosté a las dos de la mañana por tu culpa. Tranquilo. He descansado. No te guardo rencor.

Me gustó tu gala. Sencilla, divertida, con clase. Te vi a gusto. Lástima que la hora se nos fuera de madre, pero, en el fondo, cuando los señores están a gusto en el salón, el reloj no lleva los pantalones.

Vi que le gente te quiere, aunque seas un novato bien avenido en esos mundos del séptimo arte oficial. Hacer reír siempre tiene premio, amigo.

Bien Antonio Banderas. El señor Banderas. Lo de Bob Esponja de ahora se lo perdonaremos…

Muy discreta Penélope. Como tímida.

No vi a ningún Bardem. No sé si porque los realizadores son de otra época, o porque ellos son todos de la otra época. O a lo mejor están liados con trabajo. No hace falta estar siempre buscando los tres pies al gato con botas.

No me gustó Almodóvar y su aparente y eterno resentimiento. Sí me gustó que estuviera como mobiliario de atrezzo durante el discurso “A ti, mi querida Estela-Del-Carmen”.

Me gustó ver a actores sencillos. Porque los que están detrás de la cámara siempre me han parecido eso, currantes, de la calle. Pero las estrellitas a veces se nos vienen arriba, y en esta ocasión las vi en su sitio.

No me gustaron nada los agradecimientos, pero los entiendo. Me parecieron horteras, como de delegados de promoción del instituto. Eran discursos ensayados en los baños de casa, entre whatsapp y whatsapp de amigos arribistas que querían profetizar que el Goya caía seguro. Te habrá pasado a ti, reconócelo…

Me gustaron mucho las referencias a las familias, padres, hermanos, hijos. Vi a personas disfrazadas de esmoquin sobre la bata de cuadros. Vi a estrellas con los pies sobre el brasero. Vi a gente con genealogía, muy distantes de aquél desplante demoledor del piloto Alonso: “No le debo nada a nadie”. Que, además, es mentira.

Vi a gente valiosa. Talento. Gente con ganas de trabajar bien, y de difundir el trabajo bien hecho como terapia para disfrutar de la vida. Es más. Habrá que proponerle a la Academia que el año que viene entregue Goya de oro, de plata, y de bronce. Porque el premio se lo merecían casi todos. Y lo sabes.

No me gustó Poveda entrando como elefante en cacharrería. Y me mató Álex O’Dogherty. Nunca mais.

Bueno, campeón. Disfruta. No te me vengas arriba. Sigue con naturalidad el camino que te depara el futuro. No te vuelvas gilipollas. No te dejes pelotear. Y no te dediques a hacer tráileres…

Abrazo. Dile a Karra que es el momento de abrir bares de pintxos serios, que Madrid está plagado de sucursales chachas de comida vasca de bote.

Sé bueno. Y descansa. ¿Tienes ya suplementos de batería en el aifone, no?

P.D. Si no blasfemaras tanto, serías hasta el nieto ideal…

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