Foto: Álvaro García Fuentes
El modista, a su modo. Sin pasarelas, sin postureo, sin divismos, sin miedo a ir a contracorriente en un mundo lleno de gasas y tules de vaporosa superficialidad. Reconocido, admirado, imitado. Sus galones: 25 años de taller. Sus aplausos: el de esas clientas desconocidas que se visten a las anchas de Caprile. Vistió de novia a la Infanta Cristina. Convirtió a Letizia en una monarca de rojo pisando fuerte sus primeros pasos como Reina en Europa. En su costurero: trabajo. Metro, para medir a las personas con exclusividad. Aguja, para coser estilo y coherencia. Tijera para cortar lo que sobra y decir lo que piensa. Modista sin hilos de marioneta y con dedal para evitar los alfilerazos del loco universo de las tentaciones sin principios. Ahora, jurado con fundamento en Maestros de la Costura. Y a pesar del maquillaje de la tele, Caprile sigue siendo el mismo. Entre lino, pana, raso y encajes, aunque se diría todo de algodón.
Lea la entrevista íntegra a Lorenzo Caprile en El Confidencial Digital