Durante su jornada laboral son policías con méritos. Velan por nuestra seguridad, persiguen el delito y nos hacen la vida más fácil. Cuando vuelven a casa, dan rienda suelta a su pasión por la escritura. Y muchas veces lo que les sale son novelas negras donde lo mejor y lo peor de los seres humanos aflora sobre blanco con más conocimiento de causa del que imagina la ficción.
Aparcan la placa y el arma, y enarbolan la pluma creativa, aunque sean policías las 24 horas del día durante los 365 soles del año. Y se nota en sus libros. La fidelidad a los hechos, la experiencia en la redacción de atestados, el acceso a relatos ordinarios que suceden cada día mientras usted vive o duerme, unas historias bien estructuradas… Todo ello, compatible con la lealtad al Cuerpo y la óptima prudencia para separar jornada laboral de jornada literaria. Un equilibro discretamente elocuente.
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