Dafne Fernández, la ‘poliactriz’ de la elegante versatilidad

Entrevista publicada en la revista Influencers de enero-febrero 2020. Fotos: Jesús Cordero.

Dafne es un nombre propio que procede del griego y significa ‘laurel’. Una lauréola es el reconocimiento entregado como recompensa a poetas, deportistas y guerreros en la antigua Grecia y Roma. ¿Y han visto esos laureles que abrazan los logos de los premios de cine? Todo encaja, porque todo está en el ADN. Después de 24 años sobre las tablas y detrás de las cámaras, a Dafne Fernández le rebosan los laureles en la despensa de su trayectoria. Así, entre pionera, poeta, deportista y guerrera, la actriz poliédrica que ha maridado el cine con la danza reposa su carrera con la suave elegancia de una bailarina precoz que ya es madre, y que quiere rodar por los escenarios del cine sin fronteras.

Entre Marisol y Carmen Maura. Habitual en el drama y enamorada de la comedia. Una perfecta conocida entre los telespectadores de los cinco últimos lustros en pantallas de todos los tamaños: desde que Carlos Saura le dio el Pajarico, hasta que voló sobre el nido de Álex de la Iglesia. Desde Un paso adelante, hasta todo un camino vital. A veces en Tierra de lobos -porque ser artista es vivir en una montaña rusa de estrellas e incertidumbres-, y a veces con nombre de tango, como Malena, con la dulzura de una actriz elegida para bailar muy pegada al cine español.

Álvaro Sánchez León | @asanleo

Érase una vez una niña madrileña que recitaba poemas, hacía teatro y bailaba en casa. Jugaba a sentirse actriz, a representar papeles soñados, a reverenciar al público doméstico. Se maquillaba. Se disfrazaba. Luces, cámaras y acción de andar doméstico. Se iba a llamar Luna María Graciela, pero el mito de Apolo golpeó a sus padres y entonces Dafne Fernández empezó a desplegar su lozanía artística entre las cuatro paredes de su hogar, en el brasero auténtico de su familia. Ahí empezó todo.

Fue un día anodino sin fecha, y fue en un periódico. Sus padres leyeron un reclamo de “se busca niña de entre 8 y 10 años para un anuncio de publicidad” y allá que llevaron a la moza precoz. Más que un “mamá, quiero ser artista” su historia empezó con un “esta niña vale, ayudémosla a ser artista”. Aquel fue su primer casting y su primera elección. Sus primeros pinitos en el arte de dar la cara en público fueron aquellas fotos, pero ella quería vida, realismo, movimiento. Y por eso entendió desde muy joven que lo suyo era el cine y era la danza, como las dos ramas paralelas que afloran de las manos de la Dafne original antes de convertirse en laurel mientras huía de Apolo.

Agarrada a la barra de madera maciza de su familia, donde se apoya y practica los ejercicios, Dafne Fernández avanza entre adagios y alegros. Con sutil audacia e infantil tenacidad, entre grands battmente y petites battmente, la joven de la perla con talento es seleccionada entre dos mil chicas de su edad para entrar en el Conservatorio Profesional de Danza. Arranca el pisoteo elegante de una niña que gira y ya es adolescente; que gira y ya es joven; que gira y ya es mujer.

En ese último giro en el tiempo estamos ahora, sentados en pecera de cristal después de una sesión de fotos donde han quedado inmortalizados algunos ángulos de su natural versatilidad. Risueña. Valiente. Tímidamente resuelta. Feliz de ser madre. Con la ilusión de dar a luz mucho más cine, a sus 34 primaveras, y con la madurez “de haber descubierto, por fin, qué es el amor y qué es el miedo; dos condiciones necesarias para ser una actriz de verdad”.

El primer papel

En 1994 Almudena Grandes publicó en Tusquets Malena es nombre de mujer. Fue su tercera novela y todo un éxito editorial. Dos años después, aquel libro fue la primera película de la vida de Dafne Fernández gracias a la oportunidad de Gerardo Herreros. “Allí, en aquel rodaje con Ariadna Gil, Marta Belaustegui, Carlos López, Luis Fernando Alvés, Isabel Otero, Alicia Hermida o Alicia Agut, aprendí del director -fundador de Tornasol Films– lo que eran los pequeños detalles en el mundo cinematográfico”. Según el Ministerio de Cultura, la película en la que Dafne hizo su debut como Malena-niña, tuvo 344.192 espectadores y recaudó 1.145.346,37 euros.

Con paso firme, en 1996 hizo también de cría inocente en la serie Canguros, para Antena 3. En aquellos platós de su infancia, coincidió con Maribel Verdú y Luis Merlo, y con otros niños que iban para actores hechos, como Aarón Guerrero, Jimmy Castro, Yohana Cobo, Alicia Beisner, Álvaro Monje o Lidia San José.

Entre plano y plano, Dafne tiene la ilusión “de no defraudar a sus padres y a todas las personas que apuestan por ella”. Se forja así un carácter híper responsable que se acentúa durante la primera juventud y que ahora combina con el disfrute de un trabajo que es pasión. Pero la vocación germinaba por entonces con cabriolas de prometedora proyección. Al compás de sus saltos con tutú, Dafne va creciendo en homogénea proporción “con un estilo propio, muy identificativo. Tengo un carácter de elegancia natural por mi paso por la danza clásica, pero eso no significa un muro infranqueable para mi trabajo, porque igual que me atraen los papeles suaves, también me encanta interpretar a personajes de barrio”. Pero la prensa le piropea con odas así: “Solo una bailarina clásica es capaz de convertir cualquier leve movimiento en pura elegancia”.

En 1997 el director Carlos Saura posa en ella su objetivo para su película más sentimental y la convierte en Fuensanta, coprotagonista de Pajarico junto a Alejandro Martínez. Vuela allí libre la primera adolescencia de la actriz junto a grandes de su gremio, como Paco Rabal. Con Saura ella descubre “la auténtica sensibilidad” en el séptimo arte.

Entre películas –Resultados final (1998) o Goya en Burdeos (1999)- y series –Paraíso (2000) u Hombres Felices (2001)-, Dafne desemboca ante las cámaras de otro gran director en La caja 507 (2002). Al borde la mayoría de edad, con Enrique Urbizu descubre “el salvajismo, que iba desde aprender a liarme un porro para la escena, hasta quemarme viva y disfrutarlo”. En aquel rodaje coincide con Jose Coronado, Antonio Resines, Sancho García, Goya Toledo… y vivió de primera mano el trabajo de orfebrería profesional que avala que la película recibiera ese año el Goya a la Mejor Dirección de Producción.

Un paso adelante

En 2002 llegó Un paso adelante, un fuerte punto de inflexión en la carrera de Dafne. Cine y danza se casan entonces en su interpretación gracias a la serie creada por Daniel Écija. Por aquella época, ella está terminando la carrera en el conservatorio y pasapalabra a la propuesta de actuar en la primera temporada. “Cuando la empezaron a emitir dije: ‘¡Madre mía, si es que esta es mi vida! ¡Me encantaría ser yo la que cuente cómo es esta profesión! Por suerte, me volvieron a llamar para la segunda temporada”, y hasta 2005 y su sexta temporada en Televisión Española, Dafne es actriz principal. Coincide en ese baile juvenil con Beatriz Luengo, Miguel Ángel Muñoz, Mónica Cruz, Juan Echanove o Esther Arroyo.

Para todos los papeles entre 1996 y 2002 la buscan. ‘Dafne, te necesitamos’. Dos o tres grabaciones cada año. Empalma Un paso adelante con sus papeles de Lucía y Rebeca en Hospital central. Y con las peripecias pop de Upa Dance. Y en 2008 fue Luna en la octava temporada de Los Serrano, junto a Lydia Bosch y Julia Gutiérrez Caba.

En estos primeros años del milenio, se desata su fama. “Fue horroroso. Empecé a tener fobia a los espacios muy abiertos y a las multitudes. En realidad, todo aquello me abrió muchísimas puertas. Lo disfruté una barbaridad”. La fama cuesta, también porque Dafne es “tremendamente tímida. Creo que soy actriz para no juzgarme desde mí misma, sino hacerlo a través de otros personajes”. Y en su currículo oculto, además del talento avalado por diferentes directores y muy diversos compañeros de rodaje, se incluye el perfeccionismo, “porque siempre me ha gustado tener el control”.

Se diluye la carrera en el universo de la danza, pero todo aquello le imprime un carácter para siempre. Soñó con formar parte del American Ballet y de la compañía de Nacho Duato, pero el cine apostó más fuerte. “Cuando terminé de formarme en el conservatorio tuve que decidir: la danza y sus siete u ocho horas al día, o la inestabilidad de ser actriz. Yo siempre he querido ser muchas personas y vivir muchas vidas, así que opté por lo que intuía con la cabeza y hacia donde me arrastraba el corazón”.

Siguieron llegando guiones y papeles para series –UCO (2009), SexoEnChueca.com (2010), Inquilinos (2013) o Tierra de lobos (2010-2014)- y largometrajes -(Malamuerte (2009), Entrelobos (2010) o Real Playing Game (2013)-.  Entre 2014 y 2016 fue Mati Herranz en El Chiringuito de Pepe y en 2017 forma parte del reparto de una de las películas del año: Perfectos desconocidos. Con Álex de la Iglesia “aprendí de técnica, porque todo él es técnica, y todo lo que hace es una locura deliciosa”. Junto a Belén Rueda, Ernesto Alterio, Juana Acosta, Eduard Fernández, Beatriz Olivares y Eduard Noriega, se confirma que la versatilidad de Dafne Fernández está llena de cobertura, comunicando cine vivo con denominación de origen polifacético.

Joven, madura, realista

Desde Malena es nombre de tango (1996) hasta Perfectos desconocidos (2017), “he pasado por muchas fases”, confiesa Dafne. “Al principio todo era un juego más que un trabajo. Después, para estar más segura, fui estudiando interpretación. Combiné el tirarme a la piscina con tener fuste. Ahora, a los 34 años, tengo mucha experiencia profesional y más vivencia personal. Todos los personajes que he hecho me han servido para conocerme mejor. Ser madre me parece una gran herramienta para ser actriz, porque aporta muchos matices reales que son esenciales para actuar con credibilidad”.

Ahora que los Goya han puesto a Marisol en la vitrina de honor del cine español, se observa que la malagueña y Dafne tienen un principio común: el arranque en la más tierna infancia o la dulzura de muchos personajes. Pero la experiencia de la poliactriz es sana, divertida, por eso sigue enamorada del cine, al que pide ahora “papeles de treintañeras” y que no vea la maternidad como un freno: “Lo único malo de ser madre es que en el mundo cinematográfico se te descarta a priori, no sé muy bien por qué. Yo puedo trabajar embarazada y durante el periodo de lactancia sin problemas”.

Después de una etapa-vergel, Fernández transita ahora la cuesta de los treintaypocos: “Que nadie se engañe: ser actriz ofrece muchas oportunidades maravillosas, pero no es oro todo lo que reluce. En esta carrera de fondo también hay momentos de sequedad y de mucha incertidumbre. A las actrices noveles que se adentran en este mundo les aconsejo que no dejen nunca de estudiar el cine clásico, que vean las series y las películas que hay que ver, porque muchas veces eso se olvida. Las animaría a que se formen constantemente, a que no desaprovechen ninguna oportunidad, y a que sepan que un día estás arriba y otro día estás en el banquillo, por eso hay que saber gestionarlo bien para andar con soltura entre detrás del telón”.

Apasionada con “seguir contando historias” ante las cámaras, Dafne sigue andando la película de su primera madurez. Con proyectos e ilusiones.

             -¿Qué factores hacen falta para que un director cuente con una actriz con experiencia, de las muchas que sois en España? ¿Currículo de trabajo bien hecho? ¿Suerte? ¿Factores que no se controlan?

             -Afecta mucho el trabajo bien hecho, y la suerte, porque puedes haber hecho muchos trabajos buenos y caer lentamente en el olvido. Además, hoy cuenta mucho un factor que me parece muy relativo: constatar muchos seguidores en las redes sociales…

Pulcra, con piel dramática, con dulzura elegante y con vis cómica. De las que dan el cien por cien sobre la tarima “y encima, ahora es cuando empiezo a disfrutar de verdad de lo que hago”. La versatilidad en zapatillas de ballet. De Versalles y de barrio. De Apolo y de Urbizu. De seda y sedal. Con carrete para seguir grabando la mucha vida que le quede por delante.

El laurel es un árbol de hoja perenne y tronco recto con aires de arbusto. Sus hojas azuladas, alternas, lanceoladas y aromáticas la hacen inconfundible en un mar de plantas diversas. Dan flores en primavera, pero desprenden su candor durante las cuatro estaciones con envidiable vivacidad. Sus ramas de contornean con el viento, cuando hay viento, y se mantienen enhiestas cuando aflora la sequedad. Digna, bella, fresca, lozana, mediterránea, saludable, inspiradora, medicinal. Dafne Fernández pudo ser Luna María Graciela, pero se llamó como anunciaba su profecía.

FLASHES DE FOTOMATÓN

¿Qué actrices españolas te inspiran?

Carmen Maura, Carmen Machi, Natalia de Molina, Anna del Castillo…

¿Una película por la que fuiste actriz?

El día de la bestia. Me conmovió muchísimo.

¿Un director con el que te encantaría trabajar?

Rodrigo Sorogoyen.

¿Otros?

José Antonio Bayona, Alejandro Amenábar, Pedro Almodóvar…

¿Te ves de chica Almodóvar?

¡Sí! Me encanta que me dirijan como hace él.

¿Los Javis nunca te han guiñado un ojo?

Veo todo lo que hacen, porque tienen un talento enorme. Pero ellos trabajan siempre con las actrices de su club…

¿Con qué actores te gustaría coincidir en un proyecto cinematográfico?

Con Javier Rey, Luis Tosar…

¿Con Antonio de la Torre?

También, pero en este país hay más actores que Antonio de la Torre…

¿Te gustaría entrar en el mundo de las plataformas digitales?

Sí. Están haciendo cosas muy buenas y, además, es lo único que veo con salida.

¿Qué estilo de serie te atraería?

Una de mujeres treintañeras.

¿Tipo Las chicas del cable?

Estaría encantada, entre otras cosas porque me encanta el look de la serie, pero no es mi tipo. Si se puede elegir, prefiero una más gamberra. Algo como Sexo en Nueva York, pero made in Spain. Una serie que cuente la realidad de las mujeres de mi edad. La vida perfecta aborda algo de esto, pero aquí hay más filón.

¿Una vida para encarnar en el cine?

¡Muchas!

¿Cómo va lo de ser Isabel Preysler?

Pues es un proyecto parado desde hace tiempo.

Igual ahora ese papel lo podría hacer Tamara Falcó, que está muy mediática.

¿Pero Tamara no quería ser monja?

¿Le atraen los musicales?

Sí, hice Fama.

¿Y musicales en modo película?

¡Me encantaría!

¿Un La La Land?

¡Guau! Un La La Land, un Moulin Rouge, un El amor está en el aire… ¡Me chiflaría!

¿Y un Tarantino?

Físicamente podría ser una Kill Bill danzando sobre la sangre (risas).

¿Una música para bailar a solas?

Cualquiera, menos la que grita, porque no es bailable. En casa siempre me pongo música clásica.

¿Una pieza para bailar en público?

Bad guy, de Billy Elliot.

¿Un lema para tatuarte de por vida?

Actúa con el corazón sin hacer daño a nadie.

¿Te gustaría que tu hijo se dedicara al cine?

Si es lo que quiere, me encantaría. SI una persona es artista, es artista, y eso no se puede tapar, aunque esta sea una vida muy inestable. Si quisiera dedicarse al mundo de la danza tendría más dudas… Uno de mis agobios es dejar algo en el futuro por si a mi hijo le da por entrar en el cine y pueda hacerlo sin estar pendiente de las necesidades.

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