
Garci es un cineasta crónico que no se da importancia. “No estoy entre mis directores preferidos”. Aunque sea el del primer Oscar español, que cumple 37 velas justo el año en el que un virus nos obliga a volver a empezar. Con un país en la cabina asfixiado de “anormalidad”, acaba de escribir Películas malas: etiquetas que pegamos en la pantalla injustamente. Dio a luz en 2019 El crack cero -¿la última de su fila?-, y mientras sigue escribiendo libros en sesión continua. Analógico. Anda el siglo sin móvil y a máquina. Olympia es su Windows 10. Añora los teléfonos de ficha y manuscribe mensajes para tirar en buzón. Profesional. Vocacional. Independiente. Un director de los que no grita. Sin prisas. Entre la Gran Vía y el Madison Square Garden. Entre los goles y los golpes del ring y de la vida que se ha llevado ya a casi todos sus amigos. De Alfredo Landa a David Gistau. No necesita goyas de honor. De una mano, Woody Allen, y de la otra, José Sacristán. Del NODO a The Crown. Un clásico libre. Una especie de cultura en extinción.
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