
Foto: Santi G. Barros
Irene Vallejo (Zaragoza, 1979) es el rostro lúcido, la mirada clara, las manos unidas, las líneas contundentes, los libros en vena y el perfume atractivo de humanismo que destilan El infinito en un junco (Siruela), y sus columnas sin volutas de El País, y sus intervenciones en el debate público, y sus tuits con savia de honesto terciopelo.
Firme y sutil. Decidida y abarcante. Libre, pero no a su bola. Una, pero muy social. Niña, pero madre de un estilo. Tímida, pero líder de un tono hospitalario.
Opina con cadencia musical. Introduce sus respuestas con una sonrisa. Es un puente entre culturas con un pie en Latinoamérica y las maletas de primavera hablando inglés. Sensible. Primorosa. Ha dicho Vargas Llosa que el libro de esta maña “se seguirá leyendo cuando sus lectores de ahora estén ya en la otra vida”. Con el Infinito y más allá ha nacido un clásico entre los juncos del Ebro.
Premio Ojo Crítico de Narrativa 2019. Premio Nacional de Ensayo 2020. Premio al Líder Humanista 2022 que concede la Fundación Independiente “por su trayectoria como filóloga y escritora, su defensa de los libros y su apoyo al fomento del humanismo desde la sociedad civil”.
Hemos venido a cogerle las costuras para el molde. Para imitar lo que se pueda. Aunque se ponga colorada. Es por una buena causa social.
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