
Noah Higón tiene 22 años, siete enfermedades raras, quince operaciones en sus carnes, equis cicatrices en la piel y alguna que otra en el alma. Sobrevive en Valencia y lleva diez años de casa al hospital. Lo curioso es que sonríe. ¿Cómo? “Aceptando la situación y pensando en las niñas y niños que vendrán después”. Está viva gracias a la ciencia, y a sus padres, y al lema que se ha tatuado en las costillas: “Nada es imposible”. La historia de este café es negra. Sin azúcar, pero no amarga. Real como la vida misma: “Esto es una putada”. Pero con dolor-esperanza. Sin filtros: sus goteros, sus heridas, sus reflexiones y su tesón son tendencia en las redes sociales desde hace años. Más de once millones de españoles sufren alguna discapacidad y Noah se ha convertido en un espejo de empatía para que muchas personas sigan por la pista americana de sus vidas sin engañarse, pero sin apagarse a sí mismos la luz interior.
Lee el reportaje en Confidencial Digital