
Un profesor. Un divulgador. Un Bruce Willis de la filosofía en esta jungla de cristal y asfalto, likes y desencanto, redes idealistas y espejos sin escrúpulos, trampolines de esperanza y socavones sin horizontes. Este docente curtido en institutos de Andalucía enseña en la Universidad de Córdoba a criticar con criterio para construir la verdad. Es la voz de Más Platón y menos WhatApp en La Ventana de Francino. Ser en La SER, esa es la cuestión. Acaba de plantar cara a Destino con Filosofía ante el desánimo, un sondeo del alma social que puede aclarar el rumbo interior a muchos zombis vitales y responde preguntas a fondo en este paraíso de incertidumbres. En sus páginas diagnostica los efectos de la turbotemporalidad y la hiperacción en un escenario de bulimia emocional y anorexia de raíces que nos circunda con más o menos consciencia. Cree que la filosofía es un bastón para los imbéciles y la última parada para quienes miran el mundo con cara de póker. Admira a Javier Gomá y la capacidad de detectar micro fugas de Byung-Chul Han. Un tipo normal. Con los ojos claros, el optimismo realista en sus propuestas y un análisis con sonrisa que aleja sus argumentos de la tiranía formal de las academias grises y distantes.
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