Alfonso Aguiló: “No tiene sentido promover una sociedad plural sin abrirse a una educación plural”

Después de casi cuarenta años sobre la palestra, Alfonso Aguiló (Madrid, 1959) es, quizá, lo más transversal de la educación española, habituada al serpenteo de directrices, planes, leyes, idas y venidas, según el polo político del que emanen los prontos.

Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, pero el puente de su carrera profesional le conectó pronto con las aulas. Fue director del Colegio Tajamar, de Madrid: “Allí entendí que una sociedad inteligente debe dedicar a la enseñanza sus mejores energías, sus mejores ilusiones, sus mejores talentos y sus mejores oportunidades”.

Desde 2009 es el presidente de la Fundación Arenales. Desde 2015 está al frente de la Confederación Española de Centros de Enseñanza (CECE), que agrupa a un tercio de la enseñanza concertada y privada del país.

En su autopista de experiencia, Aguiló presagia que “una sociedad que fracasara en la educación de la siguiente generación sería una sociedad fracasada”. Su empeño es lograr, entre todos, que la educación tenga “una gran consideración social” y que cada persona que se dedica a la enseñanza “tenga clarísimo que está dedicando sus esfuerzos a una de las cuestiones más importantes que puede hacer en la vida”.

Se nota que se lo cree. En un mundo pedagógico a veces muy teórico, él lleva años entre el gobierno y el andamio. Entre pupitres evolucionados, libros, pantallas, papel, pizarras tecnológicas, leyes con siglas distantes y debates congelados, andan –cree– la libertad de saber y vivir del presente, el aprovechamiento justo del pasado y el impacto humano del futuro.

Estamos en el despacho de la patronal. Con el curso ya en marcha. Con un gobierno en funciones. En preguntas de desarrollo, hablamos saliendo del tubo, porque la educación se ha convertido en un tema circular desde hace mucho tiempo y urge salirse por la tangente.

Lee la conversación en Aceprensa.

Deja un comentario