Tic, tac, tic, tac…
La onomatopeya de Pablo suena a provocación. A respuesta de adolescente crecido. A metáfora incierta de hombre que se ha venido arriba y que se ha hecho casta de su casta.
Tic, tac, tic, tac…
No mida usted el tiempo, caballero. Usted es un bote en una estantería del supermercado. Nosotros elegimos. Usted, véndase adecuadamente, que el partido todavía no ha terminado.
Tic, tac, tic, tac…
¿Es una bomba?
Tic, tac, tic, tac…
¿Quiénes son? ¿Adónde van? ¿Qué buscan? Lleva usted en las portadas muchos meses, y yo, al menos, tengo la impresión de no conocer ni sus ideas ni sus objetivos.
Tic, tac, tic, tac…
¿Por qué maltratan a la prensa? ¿Por qué no explican esos maltratos? ¿Por qué no responden? Sin respeto, no debería haber cobertura… Pero los periodistas también somos casta. O rebaño. A veces.