Es el cerebro de Obama. Sereno. Estudioso. Discípulo aventajado de Ramón y Cajal, y posible relevo en la carrera del Nobel. Hace dos años ofreció a la Casa Blanca el Proyecto BRAIN y la ciencia se convirtió de nuevo en el orgullo de Estados Unidos, un país sensibilizado con la investigación que sabe embarcar a la sociedad en sus aventuras científicas. Como cuando fueron todos a la Luna. O como cuando se metieron juntos en el genoma humano. Llamémosle pionero, porque nuestro diccionario de la lengua no tiene aún palabras menos desgastadas que sirvan para designar con propiedad a los que piensan en futuro y se dejan las neuronas en el presente después de muchas horas pasadas a pie de laboratorio.
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