Pablo y las masas

PabloI

Coincido en eso con Monedero. La campaña de Unidos Podemos ha sido infantil. Y, añado, cursi. Un Amo-a-Laura político muy de festival de Benidorm. Corazones multicolores. Sonrisas. Osos amorosos, y botellines. Atrezzo de atracciones junto a mensajes con bala.

Me quedo con el catálogo de Ikea y el vídeo electoral Tablas. Las dos piezas me parecen magistrales. Además, rompen ese infantilismo con diseño y vanguardia, con originalidad, sin sentimentalizar todo como si los votantes de izquierda fueran tontos del culete al por mayor.

En el desayuno del Foro Nueva Economía le pregunté a Pablo Iglesias si pensaba que el logo de Juntos Podemos era una imagen contradictoria a la virulencia de la revolución política que vendía la coalición, y si tenía la sensación de que la pujanza de Podemos tiene mucho que ver con los estados de ánimo. Son temas con trasfondo que me parecían interesantes. A lo primero me respondió que eso era una opinión personal. A lo segundo, que toda la política tiene una parte de estado de ánimo, pero que, justo, ese día, estaban madurando su discurso ante el público del Ritz. Y yo entendí que justo ese día era una excepción…

Pablo Iglesias me parece un fenómeno de la comunicación. Sabe. Maneja. Controla. Le falla un gesto difícilmente disimulable. Si algo no le sienta bien, explota el entrecejo. Pero sabe cómo funcionan los mensajes, los hashtags, los eslóganes. La sonrisa de un país. Y detrás viene el morado y el puño. Lo que deberían parecer sinestesias antitéticas, con Iglesias resultan aciertos geniales.

Quizás por eso, Pablo Iglesias habla más para las masas y para las audiencias que para la gente de aquí, ahora, usted, yo. Los parados son audiencia. Los autónomos son audiencia. Masas. Gente, sí, pero gente perdida en el anonimato que igual te jalean hoy con los ramos de olivo y mañana piden tu cabeza.

Es verdad que muchos intelectuales que votan Podemos desmenuzan sus mensajes, entienden sus citas, han leído, han pensando, y han llegado a las mismas conclusiones que el profesor Iglesias. Esos son votos cautivos. Pero el millón de votos que volaron el 26J son de votantes que se han sentido tratados como audiencias: a medio camino entre el show y el mitin, entre el Tengo una sorpresa para ti y Juego de Niños. Algunos se han cansado. Otros se han aburrido. Algunos sospechan entre tanta trampa y tanto cartón, porque la campaña mediática contra la formación también pesa… Y es ese millón de gente amorfa perdida en el CIS el que ha pillado el mando y ha hecho zapping justo cuando Iglesias y Garzón estaban a punto de rozar el cielo…

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