Rodrigo de la Calle es hoy el profeta de la revolución verde en la alta cocina. Tiene cátedras prácticas en Madrid, Barcelona, Beijing y Mónaco. Es premio Nacional de Gastronomía y ya en 2010 fue Chef del Futuro para la Academia Internacional. Hoy su historia es un presente dulce –“la mejor etapa profesional y personal de mi vida”-, pero para llegar hasta aquí ha habido muchas subidas y bajadas, muchas curvas, más de un fracaso, más de una soledad, más de una incomprensión. Desde 1994 hasta 2020 ha vivido casi todo, y todo forma parte de la receta de su éxito. Pasó junto a Quique Dacosta, Mugartiz, Paco Torreblanca, Martín Berasategui y Joël Robuchon. Firme en su idolatría vegetal, decidido a innovar siempre, comprometido de verdad con el medioambiente, De la Calle ya es una autopista de cocina española por el mundo, una olla de creatividad sin presión, un artista de la vanguardia sostenible y auténtica. El primer paso de la estrella Michelín verde-que-te-quiero-verde se anduvo hace 36 años en una cocina familiar de Aranjuez. Y todo empezó con un flan.
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