Foto: Curro Gómez Feliú
Profesor de latines antes que fraile de la política en el cortijo de Susana Díaz. 51 años y mucha tralla. Aterrizó en el comunismo desde la capilla en la Córdoba de los califas rojos. Una Lucena se le encendió por dentro y a los 18 años, mientras estudiaba Filología Clásica, se convirtió en activista y marxista. No fue un pronto, sino una digestión interior lenta en el seno de una familia ajena a la izquierda. Idealista a pie de obra. Quiso meter la ternura en el debate bravo de las reses políticas y admite ahora que no es fácil: “¡La política es tan dura!”. Humanista. Pacífico. Dialéctico sin puños fuera. Con Teresa Rodríguez (Podemos) forma el dúo que quiere sacar al PSOE del trono andaluz en el que campan desde 1978. Busca con garra otra Andalucía con proyecto. Otro proyecto de país. Otra Constitución. Otro discurso político con fondo. Y si asienta cátedra en la Andalucía que se monta hoy a lomos de las elecciones anticipadas, antes de los 55 dejará la política y volverá a las aulas para retomar su vocación de cicerón.
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